Hoy tenemos la primera sesión de contacto en el colegio, el primer acercamiento de nuestra co-terapeuta Zoe con cuatro niños diagnosticados de autismo leve. Hoy será nuestra prueba de fuego, ya que parte del éxito de nuestra intervención dependerá de la sesión de esta tarde.
A diferencia que en otros colectivos, las primeras sesiones que realizamos en autismo son progresivas, ya que lo que buscamos es que los niños tengan un acercamiento positivo hacia nuestro perro de terapia; debemos de tener en cuenta que nuestra entrada en el centro con el animal presentará un cambio en sus rutinas, por lo que será crucial que desde el primer momento consigamos la aceptación por parte de los niños.
Zoe fue adoptada hace tres años por Rebican y tiene una sensibilidad muy especial para trabajar con los peques. Aunque cuenta con la fuerza y el carácter alocado que caracteriza a los labradores, se convierte en toda una madraza cuando comenzamos con la sesión de trabajo.
Nos disponemos a entrar en la sala, abrimos la puerta de una forma suave y relajada, paseando con Zoe por la sala y valorando hasta qué punto podemos llegar a acercarnos a losniños sin provocar incomodidad. De repente, se hace el silencio y dos de los niños crean cierto contacto visual con el animal; es muy pronto para que ese contacto se mantenga durante mucho tiempo, pero es un buen indicador de lo que podemos llegar a conseguir con la implementación de una intervención de este tipo.
Los otros dos niños no se han fijado todavía en Zoe, aunque tampoco se han mostrado incómodos con nuestra presencia, lo que es una noticia esperanzadora. Este tipo de sesiones se seguirán repitiendo hasta que podamos proceder a realizar un saludo con el animal, buscando un contacto físico entre el niño y el perro, lo que suele llevarnos aproximadamente entre tres y cuatro sesiones de trabajo. Una vez que hayamos creado una rutina de visitas con Zoe, daremos paso a los ejercicios, los cuales apoyaremos en su mayoría con pictogramas relacionados.
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